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Reflexiones sobre los necesarios cambios en la Sanidad Pública

El autor ofrece un análisis de los pasos que, a medio y largo plazo, deben darse para que la Sanidad Pública lo siga siendo, además de cumplir con su papel en el conjunto del Estado. Y es que las medidas a corto plazo sólo pueden enquistar los problemas existentes.

Vivimos una complicada situación en cuanto a la gobernabilidad del país que, como no podía ser de otro modo, afecta al sistema sanitario público y, en otro lugar, ya he expuesto con detalle, y la FADSP también lo ha hecho, los cambios que estimamos urgentes para recuperar el pulso de nuestra Sanidad Pública. No obstante los problemas urgentes no nos deberían hacer olvidar los problemas de fondo porque, si fuera así, a medio y largo plazo tendríamos serias dificultades para mantener un sistema público, universal y de calidad.

¿Cuáles son estas cuestiones de fondo que hay que abordar en la Sanidad Pública? Como siempre, muchas, porque el sistema sanitario toca casi todos los aspectos de la vida social; pero algunas de ellas pienso que tienen carácter estratégico y hay que irlas comenzando a plantear desde ahora mismo para planificar una respuesta razonable de nuestro sistema sanitario en los próximos años. Con estas limitaciones, señalaré las cuestiones que pienso van a ser decisivas para la evolución de la Sanidad Pública.

Carácter público del sistema sanitario

Desvincular el sistema sanitario de los intereses privados es una tarea compleja porque estos están muy presentes en casi todo el sistema

La primera es el mantenimiento del carácter público del sistema sanitario; es decir, la conveniencia de una hegemonía del sector público y de la provisión pública.

Es bien conocido que se ha producido en los últimos años una ofensiva muy consistente para privatizar el conjunto del sistema sanitario, en la provisión y en la financiación, que ha sido lo más visible, pero también en la planificación, en el control y en la formación de los profesionales de la salud. Desvincular el sistema sanitario de los intereses privados es una tarea compleja porque estos están muy presentes en casi todo el sistema, porque la presión de potentes fuerzas económicas avanza en ese sentido, tanto en nuestro país como a nivel internacional (véase por ej el TTIP) y, sobre todo, porque vivimos en una sociedad que menosprecia lo público y que ensalza los valores del dinero, de la competencia, del mercado y de los beneficios económicos.

Enfrentarse a la privatización es, además el reivindicar los valores de lo público, de la salud en este caso, por encima de los intereses empresariales, de los derechos sobre el consumo de servicios, y generar una conciencia de servidores públicos entre los profesionales de la salud, para lo que también es importante delimitar el terreno entre el sector privado y la Sanidad Pública, para lo que es crucial la recuperación de la dedicación exclusiva para evitar la competencia desleal, pero también para favorecer el empleo en el sector.

Uso inapropiado de la tecnología médica

Los sistemas sanitarios en los últimos años se han ido privatizando progresivamente y la hipertrofia tecnológica ha ido aumentando de manera muy importante, olvidando su supuesto objetivo, la salud de la población

La segunda es el control del uso inapropiado de la tecnología médica, de la que existen pruebas de su sobreutilización sistemática (el cálculo es que el 30% de las veces se utiliza sin que tenga una utilidad contrastada) y también de los esfuerzos de la industria (tecnológica y del medicamento, pero no solo) para su expansión incontrolada, conscientes de que a la postre se acaban extrayendo beneficios crecientes y en muchos casos poco justificados (véase el caso del sofosvubir), utilizando las patentes y las fijaciones exorbitantes de precios. Recientemente, Evgeny Morozov (El País 30/1/16) señalaba cómo la denominada “estrategia de crónicos” estaba siendo diseñada desde Silicon Valley (es decir desde el núcleo de donde sale la innovación tecnológica que luego se difunde por medio de los canales establecidos por las multinacionales y los medios) como una estrategia pensada no tanto para solucionar los problemas de salud y los cuidados de las personas, sino para expandir los beneficios y la nueva dependencia de las empresas tecnológicas.

En este tema, hay tres tipos de actuaciones que pueden tener impacto y sobre las que conviene ir avanzando, y hay que reconocer que algo se ha hecho aunque de manera muy parcial: una es evaluar las tecnologías médicas antes de su implantación en el sistema público, desde la óptica de la salud y no solo de la eficiencia; la segunda es fijar unos precios acordes con la inversión realmente realizada por las empresas y los costes de producción; y la tercera es garantizar una formación continuada independiente de los intereses empresariales a todos los profesionales de la salud, complementadas con el fomento de la investigación pública para poder escapar de la lacra de las patentes en el medio y largo plazo, y enfocarla hacia las necesidades de salud de la población.

Repensar el sistema sanitario

Se necesita repensar el sistema sanitario, sus funciones, su finalidad y sus modelos organizativos, lo que la hace la más difícil de conseguir porque hay cuestiones que están abiertas al debate

La tercera es la necesidad de repensar el sistema sanitario, sus funciones, su finalidad y sus modelos organizativos, lo que la hace la más difícil de conseguir porque hay cuestiones que están abiertas al debate. Los sistemas sanitarios en los últimos años han seguido la deriva marcada por los dos puntos anteriores y se han ido privatizando progresivamente y la hipertrofia tecnológica ha ido aumentando de manera muy importante, olvidando su supuesto objetivo, la salud de la población, y por eso se han orillado algunos avances como los que se señalaron en Alma Ata o en los temas referentes al abordaje de los determinantes de salud, o dejando la salud laboral en manos de los empresarios.

En cualquier caso, hay algunas cosas que parecen claras: la primera es el desarrollo de políticas intersectoriales de salud con especial atención a los determinantes de salud, que han sido abandonadas de manera continuada; la segunda es el desarrollo de la promoción y la prevención que se han sustituido por cuestionables actividades de screening para mayor beneficio de las empresas privadas y tecnológicas; y, al lado, la potenciación de la atención primaria y de las actividades comunitarias del sistema de salud, así como la mejor integración de la atención sanitaria que, aunque en teoría debería haber avanzado mucho con la facilidad del traslado de la información sanitaria que permiten las nuevas tecnologías, la realidad es que sigue casi tan parcelada como hace 20 años. En este apartado habría que repensar la organización del sistema sanitario público actual, no para fragmentarlo o privatizarlo, sino para lograr una mayor coordinación e integración y la implicación de la sociedad en su funcionamiento.

Formación de los profesionales

Es un esperpento que el país que menos profesionales de enfermería tiene por habitante de la UE siga empeñado en formar muchos médicos y pocas enfermeras

Y, por fin, está lo referente a la formación de los profesionales de la salud, que es un aspecto crucial porque en gran parte determina la práctica de los mismos durante muchos años y porque está siendo utilizada por los grandes lobbies empresariales para fomentar el hiperconsumo irracional que soporta el sistema sanitario.

Cuatro son las claves en este terreno: cuantificar las necesidades de salud y de los profesionales que se precisan para atenderlas siendo conscientes de que debe haber un margen porque no es posible predecir estas con 30 ó 40 años de antelación, pero atendiendo a la realidad. (Es un esperpento que el país que menos profesionales de enfermería tiene por habitante de la UE siga empeñado en formar muchos médicos y pocas enfermeras). Garantizar una formación desde los centros públicos no solo por motivos de equidad y de favorecer el mérito sobre el dinero en el acceso a los estudios, sino también para que la formación se enfoque desde el interés general. Fomentar una formación basada en el desarrollo de la salud y en las necesidades de la ciudadanía, propiciando además la capacidad crítica de los profesionales frente a las influencias de las multinacionales; y por fin asegurar que todos los profesionales de la salud van a tener acceso a una formación continuada de calidad e independiente de los intereses empresariales

Estos cuatro aspectos no podrán solventarse en el corto plazo, porque necesitan cambios muy profundos, algunos de ellos a nivel internacional; pero si no damos pasos para abordarlos, corremos el riesgo de que acaben neutralizando cualquier actuación basada solo en el corto plazo y vacíen de contenido el sistema sanitario público.

Marciano Sánchez Bayle

Portavoz de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (FADSP)

1 Comentario

  1. says:

    De acuerdo en lo analizado. Pero faltan, lógicamente, muchos aspectos por tocar: la dimensión política (que no politizada-partidista) procurando explicar a los ciudadanos, con claridad y repetidamente, los beneficios de la sanidad pública moderna y gestionada adecuadamente, para reclutar su participación efectiva, al mismo tiempo que se evite que las organizaciones de pacientes sean marionetas de la industria farmacéutica. Poner a la industria en su lugar, parando su creciente dirección oculta de la sanidad y el parasitismo despiadado del dinero público que consigue afectar gravemente al presupuesto de las naciones. Establecer sinergias con el resto de los profesionales sanitarios (enfermería, etc.) comprometidas con la sanidad pública y limando las diferencias innecesarias (revisar el conflicto sobre la prescripción, por ejemplo), en el nivel nacional y en la Unión Europea… y tantos otros.
    Pues sí, es preciso dar pasos para recuperar lo perdido y que el gobierno de la mayoría no lo decidan unos pocos accionistas sin rostro ni escrúpulos, amparados en FMI, Banco Mundial, y jefes de estado que siguen sus instrucciones mientras engañan a sus representados, con el apoyo masivo de sus medios de comunicación afines.

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